Según ingenieros, el hombre mediocre es un ser sin personalidad que se deja amoldar o domesticar por el medio social en el que vive.
Según Flaubert, es:
El “hombre que piensa bajamente”.
Ingenieros lo ubica entre:
El Genio y el Imbécil.
Y lo más curioso de todo: que ni el mismo se da cuenta que lo es.
La mediocridad puede definirse como la ausencia de caracteterisiticas
personales que permitan distinguir al individuo de la sociedad.
La mediocridad implica lo que tiene poco valor o calidad.
Algo mediocre es aquello que no alcanza su máximo desarrollo o
perfección, es lo que se encuentra en un estado medio entre lo mínimo y lo
máximo.
La palabra mediocre como adjetivo hacia una cosa es aquello que está por
debajo de la media, poco valor o calidad, algo ordinario o insignificante.
El término alude a algo o alguien de baja calidad o calificación.
Por ende, una persona mediocre posee como característica principal la
incapacidad para ser cada día mejor, superándose a sí mismo, desde el punto de
vista intelectual y psicológico y, por esta razón acepta la rutina, las
creencias y los prejuicios con ignorancia, indiferencia y conformidad.
José Ingenieros, publicó, en 1913, el libro:
“El hombre mediocre”, en el cual distingue al hombre Mediocre del
Inferior y del Idealista.
El inferior es casi un animal humano, a quien le es difícil encontrarse
con lo humano en él.
El idealista sigue sus convicciones, progresa, cuestiona, y levanta las
banderas por las que lucha, en busca de un ideal.
El mediocre se encuentra en el medio, es un ser adaptado a la sociedad,
a la que no cuestiona, sino que sigue las tradiciones culturales impuestas, sin
pensar que existe algo más allá de ellas, o que lo que se le ha inculcado puede
tener vicios o defectos; es aquel que no se diferencia de la masa popular, que
dócilmente acata lo que políticos, religiosos o cualquier otra autoridad le
impone como cierto.
Es el sujeto ideal para la dominación, que no transforma el orden
social, sino que tiende a su conservación.
"El hombre mediocre sólo tiene rutinas en el cerebro y prejuicios
en el corazón".
José Ingenieros.

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