Por
RAFAEL MORLA /EL AUTOR es profesor universitario. Reside en Santo Domingo.
La campaña electoral para
elegir las próximas autoridades de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) avanza viento en popa. Al
menos diez candidatos al solio rectoral
de la más antigua Universidad de América ruedan con el objetivo de conquistar el
puesto máximo.
Ese mismo día se elegirán
cuatro vice-rectorías, 9 decanatos, y decenas de Direcciones de Escuelas,
Recintos y Centros Regionales. En verdad, si eliminásemos las sombras presentes en el aludido proceso, estaríamos presenciando una auténtica fiesta
de la democracia universitaria.
¡Voten por mí a la rectoría, y todo le cambiará de noche y
día! ¡Pancracio Rector, yo soy el mejor!, ¡Cambio ya, la UASD no aguanta más!:
son consignas, que han orientado los procesos electorales en la UASD, que ponen
de relieve la dimensión lúdica, y su capacidad para transfigurar lo existente,
relegando a un segundo plano las causas profundas de temas y problemas que sí
son fundamentales.
En este sentido, estar en
campaña es anestesiarse, alienarse, fantasear con mundos imaginarios e
inexistentes, que tienen que ver muy
poco con la universidad que hay que construir de cara a este siglo XXI.
Lo más terrible es saber
que en ese estado de alienación mental y
anomia colectiva, donde no se colocan en
la mesa los problemas de la UASD, se está decidiendo el futuro de la
institución que tendremos durante el periodo 2018-2022.
¿Para qué se quiere ser
rector si no se tiene en agenda que la UASD
avance, se adecúe a los nuevos tiempos y
supere sus impertinencias?
Naturalmente, hablo desde el punto de vista de la responsabilidad
social, en el horizonte de un sujeto crítico, ético y actuante, que asume la
solubilidad de los problemas universitarios, sobre la base de su conocimiento,
y correspondiente voluntad para superarlos.
Dejémonos de ingenuidades,
asumamos nuestras responsabilidades (personales y sociales), no hay inocentes
en este mundo, tampoco en la UASD de mis sueños y desvelos, ser rector es una
responsabilidad social, también lo es elegirlo, porque al hacerlo depositamos
nuestra fe y confianza en el elegido, que a su vez hará un buen o mal uso del
poder transferido.
Las sociedades deberían
premiar con honores a los que cumplen, y
castigar severamente a los que no lo hacen, así la gente se cuidaría de estar
aspirando por aspirar, y si llegan,
medirían muy bien sus pasos, y harían un esfuerzo mayor por honrar sus
compromisos. Cuando cumplimos con el deber, nos colocamos frente a sí mismo y
la humanidad, en el máximo de perfección posible.
El contexto nacional y el
momento uasdiano, ambos lucen difíciles, tanto para su comprensión, como en el
esfuerzo a realizar para aunar voluntades que impulsen transformaciones
importantes. Difícil y complejo, pero no imposible. La gente irá detrás de los
que ofrecen posiciones, festines y banquetes, no ideas, valores y proyectos
transformadores. Pero no hay espacio para desánimos, todo lo contrario, ello
pone de relieve, la urgencia y emergencia del cambio ético, académico y
gerencial-institucional. La aurora del nuevo día, suele venir acompañada de
momentos confusos y oscuros.
¡Vota por el cambio
2018-2022! He aquí la consigna orientadora de los sectores y personas (profesores y profesoras),
conscientes que asumen la necesidad de superar el más de lo mismo, que desde ya
viene tomando cuerpo ante nuestros ojos. La lucha por introducir mejoras
significativas en la UASD, es parte del esfuerzo a realizar para adecentar la
sociedad dominicana y construir un mundo más inclusivo, seguro, transparente
y generador de oportunidades para todos.
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