Por
Alfonso Peña Melo
El sonido de la lluvia es
evocador e íntimo, nos desnuda el alma en cuanto nos aísla y nos hace ver hacia
dentro. De forma irremediable nos trae recuerdos: de una infancia feliz con
techo de zinc, de amores perdidos, de sueños rotos.
Nos trastorna las salidas
y las llegadas. Nos altera el carácter. Nos hace ver lo afortunados que somos
que podemos mirar a través del cristal como otros, menos afortunados.
La lluvia es amante de la
familia, del cocinao caldoso, del chocolate y las tisanas de hoja. La lluvia
hace que nos demos cuenta de las cosas que damos por hecho y casi nunca
agradecemos: del sol, que cuando sale, sale para todos, la ropa seca, "al
natural" o un buen techo sin goteras. Que tenemos un colchón seco y donde
dormir sin miedo a que se meta el río y se lo lleve todo. Tantas bendiciones
que damos por sentadas hasta que llega la lluvia, nos golpea y nos desnuda.
Haciendo un inventario de
momentos felices, me deshice de rencores y amarguras de cargas que no me pertenecían
y me puse en paz conmigo.
Hoy, al recorrer los
arrozales del Bajo Yuna, en el mismo trayecto de mi pueblo de Nagua,
magnificado por el extenso verdor de las matitas de arroz y el trajín de
obreros y maquinarias en plena faena, un río cansado de tanto renovarse en su
cause, en su lento discurrir a falta de lluvia; pude notar que la lluvia en el
campo siempre es señal de que algo bueno está por venir. Debajo del lodo hay
una tierra mojada esperando la semilla que garantizará la próxima cosecha. Yo se
que también las lágrimas limpian y oxigenan el alma. También preparan el
corazón para algo mejor. Quien lo perdió todo, guarda la esperanza, porque eso
nunca se pierde y la ultima nadie la cuenta.
Muchos hicieron negocios
con la desgracia y esperanza ajena y luego, control en mano, se encierran en su
carácter, pero la vida premia y la tierra pare, la vida sigue y el agua preña,
renova, auxilia. Bienaventurados los que contrajeron deudas, porque alguna vez
alguien hizo algo por ellos. Bienaventurados los que lo tienen todo, porque de
ellos es el reino de los cielos.
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