Por JUAN BOLIVAR
DIAZ/EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.
SANTO DOMINGO.- El presidente Danilo Medina ha logrado más
éxitos políticos que económicos al agotar su primer cuarto de gestión
gubernamental con un sello personal que le ha generado amplia aprobación
popular, beneficiándose de la ausencia de oposición externa pero limitado por
un escaso margen de maniobra al interior de su partido.
Imponiendo disciplina fiscal y relativa austeridad, con
mayor prioridad en el gasto y cercanía a la población, el mandatario logró
evadir el costo político de la reforma tributaria impuesta por los déficits
heredados, pero no así el de una reducción del crecimiento económico que arroja
sombras sobre el futuro inmediato.
Mayor racionalidad
política
Desde su discurso de juramentación, su decreto de
austeridad y un código de ética gubernamental, el licenciado Danilo Medina tuvo
el acierto político de diferenciarse de la gestión precedente del líder de su
partido Leonel Fernández, proyectando una imagen de mayor racionalidad
política.
La prioridad que ha dado a la inversión en educación y
salud, atención a las micro, pequeñas y medianas empresas y a los productores
agropecuarios, y a las demandas de la población, constituyen factores claves de
la aprobación que ha tenido Danilo Medina en este primer año de gobierno, entre
el 71 y el 81 por ciento en las dos últimas encuestas Gallup-HOY y en otras
mediciones.
El mayor éxito ha sido haber proyectado una imagen
personal de austeridad, de modestia y cercanía con la gente que contrastan con
la aparatosidad, grandiosidad y boato que signaron la gestión de su antecesor y
compañero de partido. El respeto por el tiempo de los demás, el desplazamiento
con mínima seguridad y escasas comitivas han determinado que hasta sus viajes
al exterior, uno por mes, hayan registrado aprobación.
Aunque es posible que al finalizar 2013 no se haya
alcanzado la meta del 4 por ciento del producto bruto interno para educación,
por la lentitud en la construcción de escuelas que concentró excesivamente la
inversión en el sector, no se percibe engaño ni evasión. La eliminación de las
cuotas de recuperación en los hospitales
públicos y un gran esfuerzo por mejorar la calidad de sus servicios, son partes
fundamentales de una gestión más comprometida con el bienestar de las mayorías.
La atención del Gobierno a las micro, pequeñas y medianas
empresas (PYMES), a los productores agropecuarios, con el semanal acercamiento
del propio presidente Medina, convencido de que son la base de un desarrollo
más equilibrado, han sido factores de crédito a una gestión que trata de
cumplir normativas legales.
Otros éxitos
notables
El mayor éxito del gobierno de Medina puede haber sido la
disciplina que ha reducido el déficit fiscal de 8.5 del PIB registrado el año
pasado en todo el Estado a alrededor del 1 por ciento en la primera mitad del
2013, y aunque ha evadido sancionar la corrupción que hizo metástasis en el
cuerpo social dominicano la percepción general ha sido de mucho mayor
transparencia y menor corrupción en los ámbitos gubernamentales.
No ha sido posible evaluar los resultados del Decreto de
austeridad 499-12, entre otros factores porque no se ha cumplido su artículo 13 que encarga al Contralor
General velar por sus alcances y emitir “informes trimestrales financieros
institucionales”. Pese a ello se percibe que ha tenido efectos positivos con la
reducción de la malversación y el dispendio escandaloso de los últimos años.
Hay que acreditarle que redujera las iniquidades del
contrato para la explotación del oro de Cotuí, cuya materialización está
pendiente del sometimiento al Congreso Nacional, sin que todavía se pueda
precisar el monto adicional a recibir, ya que el precio del metal ha caído en
290 dólares en relación a los 1,600 dólares la onza de los que se partió para
la renegociación. Es el hecho de mayor aprobación.
Menos conocido porque no han querido enrostrárselo a los
antecesores, pero igualmente rectificatorio, han sido la renegociación de la
concesión vial a Dovicon que economizaría al Estado unos 70 millones de dólares anuales, durante tres
décadas, y renegociaciones de otros contratos como los de la carretera
Ocoa-Piedra Blanca y la circunvalación de La Romana y el bulevar del
Este-Miches que implican ahorro de unos 240 millones de dólares.
El presidente demostró apertura a los reclamos de la
sociedad cuando anuló su autorización para negociar con usurpadores de terrenos
estatales en Bahía de las Águilas, así como en la suspensión de la explotación
de ferroníquel en la loma de Miranda.
Otros déficits
gubernamentales
En la lista de los déficits del Gobierno de Medina hay que
colocar la ausencia de esfuerzos por concretar sus metas fundamentales de los
tres pactos sociales previstos en la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo:
el educativo, el fiscal y el eléctrico, aunque en el primero haya avanzado por
el costado de la inversión. El segundo sufrió un revés con la imposición de
otra reforma tributaria al no poder concertar en el Consejo Económico y Social
que reclamaba una drástica reducción del gasto corriente. El tercero no ha sido
ni tocado cuando este año el subsidio a la electricidad, programado en unos mil
millones de dólares, se acercará a los 1,500 millones, según informó el mes
pasado el Ministro de Industria y Comercio.
Amarrado por el clientelismo y la repartición de botellas
el Gobierno no ha podido siquiera dar el golpe de reducir el oneroso cuerpo
diplomático, con cientos de funcionarios, incluyendo consulares, que cobran en
dólares sin trabajar. Limitó a seis los subsecretarios o viceministros, pero
casi todos quedaron en sus mismos puestos con otra denominación.
Pero el mayor déficit del Gobierno ha sido no haber
procesado a nadie por los múltiples escándalos de corrupción del gobierno
anterior, tendiendo un manto de impunidad, con los procuradores fiscales
rehuyendo hasta investigar las denuncias que han incluido al propio
expresidenrte Fernández.
Lo peor es que los amarres al interior del partido de
gobierno han impedido al presidente Medina establecer un equipo
gubernamental más diferenciado del que
heredó, lo cual ha dejado insatisfacción y le ha limitado la renovación que es
normal en el mundo en los cambios de
gobierno, aún del mismo partido.
Desafíos a la vista
El Gobierno comienza su segundo año con una situación
económica crítica y un grito generalizado por la desaceleración del crecimiento
económico y el incremento del desempleo, y agotando sus posibilidades de
endeudamiento, mientras se reduce la inversión extranjera.
Se beneficia de la ausencia de oposición política, con el
desguañangue del Partido Revolucionario Dominicano y la domesticación del
Partido Reformista Social Cristiano, lo cual deja espacio a un mayor
protagonismo de las minorías políticas y las fuerzas sociales contestatarias
que incrementarían sus movilizaciones y protestas.
A su vez la falta de oposición externa genera mayores
tensiones internas en el PLD donde ya proliferan los aspirantes a la
candidatura presidencial. El liderazgo del partido se diversifica con el
fortalecimiento de las posiciones del presidente Medina, mientras el ex presidente
Fernández y sus fieles no cesan en sus preparativos para el retorno, lo que
obliga a otros a destapar temprano otras aspiraciones y asoman los
pronunciamientos continuistas con una Constitución que prohíbe la reelección
seguida.
La reconocida financiera internacional JP Morgan advirtió
esta semana que el ex presidente
Fernández “sigue siendo una figura muy poderosa dentro del gobernante
Partido de la Liberación Dominicana y muchos expertos locales creen que su ambición
de buscar un nuevo mandato presidencial en el 2016, podría socavar la capacidad
de Medina paras movilizar el apoyo a su programa de reformas”.
El pobre resultado
económico
El bajo crecimiento económico en la primera mitad de este
año es el mayor revés de la gestión de Medina, derivado directamente del
paquete fiscal que implementó para revertir en gran medida el déficit fiscal
que heredó de los últimos 8 meses de su antecesor, que el Fondo Monetario
Internacional estimó en 8.5 por ciento del PIB, cerca de 200 mil millones de
pesos, incluyendo todos los órganos del Estado. El informe del Banco Central
sobre los resultados del primer semestre del 2013 indica un crecimiento de
apenas 1.6 por ciento, poco más de la mitad del 3 por ciento que se proyectó
para el año. Resalta que ese tímido crecimiento ha sido motorizado básicamente
por un incremento del 223 por ciento de la minería y del 9 por ciento de la
intermediación financiera, con caídas significativas de los sectores claves:
industria, agropecuaria, construcción, comercio y hasta del turismo, éste por
primera vez en más de tres décadas de sistemático crecimiento.
Aunque el peso ha tenido una devaluación del 4 por ciento
en los 12 meses, las autoridades han podido controlar la inflación, con un
déficit presupuestario de 70 mil 300
millones de pesos este año, la estabilidad sigue dependiendo, al igual que en
el quinquenio anterior, de un extraordinario endeudamiento que eleva la carga
de la deuda pública al 45 por ciento del
PIB, según los cálculos del reputado economista Carlos Despradel, quien estima
que al final del 2013 la deuda total del Estado, externa e interna, financiera
y no financiera, habrá pasado en un año de 25 mil a 30 mil millones de dólares.
Con una inversión de apenas 15 por ciento de su gasto
total, y un nuevo incremento del gasto corriente, alrededor del cinco por
ciento, y vistos los altísimos déficits en el comercio exterior y la cuenta
corriente, la gestión económica del Estado sigue muy lejos de despertar
optimismo, y lo que se advierte es su progresiva insostenibilidad.
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