La mujer es la compañera del hombre, dotada con la misma
capacidad mental...
Si por fuerza se entiende poder moral, entonces la mujer
es infinitamente superior al hombre... Si la no violencia es la ley de nuestro
ser, el futuro está con las mujeres... (Mahatma Gandhi)
Consecuencias para
la salud
La violencia de pareja y la violencia sexual producen a
las víctimas supervivientes y a sus hijos graves problemas físicos,
psicológicos, sexuales y reproductivos a corto y a largo plazo, y tienen un
elevado costo económico y social.
La violencia contra la mujer puede tener consecuencias
mortales, como el homicidio o el suicidio.
Asimismo, puede producir lesiones, y el 42% de las mujeres
víctimas de violencia de pareja refieren alguna lesión a consecuencia de dicha
violencia.
La violencia de pareja y la violencia sexual pueden
ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados, problemas ginecológicos, e
infecciones de transmisión sexual, entre ellas la infección por VIH. El
análisis de 2013 reveló que las mujeres que han sufrido maltratos físicos o
abusos sexuales tienen una probabilidad 1,5 veces mayor de padecer infecciones
de transmisión sexual, incluida la infección por VIH en algunas regiones, en
comparación con las mujeres que no han sufrido violencia de pareja. Por otra
parte, también tienen el doble de probabilidades de sufrir abortos.
La violencia en la pareja durante el embarazo también
aumenta la probabilidad de aborto involuntario, muerte fetal, parto prematuro y
bebés con bajo peso al nacer.
Estas formas de violencia pueden ser causa de depresión,
trastorno de estrés postraumático, insomnio, trastornos alimentarios,
sufrimiento emocional e intento de suicidio. En el mencionado estudio se
observó que las mujeres que han sufrido violencia de pareja tenían casi el
doble de probabilidades de padecer depresión y problemas con la bebida. La tasa
fue aún mayor en las que habían sufrido violencia sexual por terceros.
Entre los efectos en la salud física se encuentran las
cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos
gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general.
La violencia sexual, sobre todo en la infancia, también
puede incrementar el consumo de tabaco, alcohol y drogas, así como las prácticas
sexuales de riesgo en fases posteriores de la vida. Asimismo se asocia a la
comisión (en el hombre) y el padecimiento (en la mujer) de actos de violencia.
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